Lo primero que intentaremos hacer será diferenciar el arte religioso
del arte sacro. Son conceptos muy unidos a lo largo del tiempo, aunque tienen
diferencias significativas.
En el arte religioso las obras realizadas se subordinan a la fe, al amor que
se siente por Dios.
En cambio, el arte sacro es el religioso que además tiene un destino
litúrgico, es decir que tiene que servir para el culto divino.
Po eso, existen obras de una profunda inspiración religiosa y que, sin
embargo, no pueden ser destinadas para el culto y, por tanto, no pueden ser
consideradas propiamente como arte sacro.
Así, la composición de las imágenes religiosas no se deja
a la inspiración de los artistas, sino que deben revelar los principios
básicos expresados por la Iglesia y la tradición cristiana.
Aunque el arte pertenece al pintor, el ordenamiento y la composición
pertenecen a los Padres de la Iglesia, la espiritualidad del contenido, la rectitud
del símbolo y el estilo a la vez claro y equilibrado deben de estar de
acuerdo con la tradición transmitida garantizando al mismo tiempo su
inteligibilidad y su universalidad.
Los temas más tratados por el arte sacro son:
- El bautismo de Jesús.
- El juicio de Jesús.
- La crucifixión.
- Jesús muerto.
- Jesús resucitado.
- María Santísima.
- Imágenes de la Biblia.
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